Guerra de la miseria, miseria de la guerra
Carabina 30-30 que los rebeldes portaban y decían los maderistas que con ellas no mataban.
Con mi 30-30 me voy a marchar a engrosar las filas de la rebelión si mi sangre piden mi sangre les doy por los habitantes de nuestra nación.
Ya nos vamos pa' Chihuahua, ya se va tu negro santo si me quebra alguna bala ve a llorarme al campo santo.
Con mi 30-30 me voy a marchar a engrosar las filas de la rebelión, si mi sangre piden mi sangre les doy por los habitantes de nuestra nación.
Gritaba Francisco Villa: ¿dónde te hayas Argumedo? ven párate aquí adelante tú que nunca tienes miedo.
Con mi 30-30 me voy a marchar a engrosar las filas de la rebelión, si mi sangre piden mi sangre les doy por los habitantes de nuestra nación.
La leyenda urbana de Sarah Winchester.
Un artículo publicado en el San Francisco Examiner en 1907 fue el primero en afirmar, aparentemente, que Sarah Winchester construyó esta casa para engañar a las personas que murieron por culpa de los rifles Winchester. Otros periódicos empezaron a basarse en este primer artículo, aunque Sarah Winchester, que vivía recluida en su casa, nunca habló públicamente ni se molestó en negar los rumores. Sarah Winchester probablemente nunca se habría preocupado por ser perseguida por fantasmas. Dio rienda suelta a su creatividad y utilizó su inmensa fortuna para construir esta casa.